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¿PODRAS DESCANSAR EN PAZ? : Dr. S. Tarrasch
Sin gestos de arrepentimiento, de confesión, perdón o disculpas te encontraste finalmente con tu lado miserablemente humano. A pesar de todo el poder acumulado, de la riqueza ostentada y de la prepotencia ejercida ahora estas ahí reducido a la nada. Tu muerte nos muestra lo trivialmente humano que eras, y esta verdad duele reconocerla cuando todo lo que hiciste fue negar tal condición a los demás.
Entraste a nuestra infancia cegando la existencia de nuestros padres; marcaste nuestro miedo al otro torturándonos; destrozaste cualquier noción de hogar allanándonos; provocaste la confusión en la construcción de nuestras identidades exiliándonos; interrumpiste una y otra vez nuestra formación expulsándonos de liceos y universidades; maniataste nuestros medios de expresión censurándonos; hiciste desaparecer la bohemia nocturna enviándonos a dormir con toques de queda... Ojalá hubieses sido una maquina o un animal para aceptar mas fácilmente que en el espacio corto de una trayectoria de vida se puede provocar tanto mal
Porque a pesar de tu fascismo sistemático quienes tuvimos la fortuna de sumarnos a la lucha por la libertad y la dignidad salimos sencillamente menos dañados de tu régimen de terror, más querendones y fuertes. ¿Te debe resultar paradójico, no? ¿Recuerdas que se te ocurrió prohibir interpretar música con instrumentos andinos, o publicar fotografías en los medios como Apsi, Análisis, Cauce y Fortín Mapocho, los que salían a la calle con recuadros en blanco? ¿Alguna vez creíste seriamente que esas medidas absurdas detendrían las ansias de verdad y justicia de todo un pueblo? ¿Cuándo, por orden de los servicios secretos que tu dirigías, secuestraste a tanta gente, realmente pensaste que sus familiares se quedarían tranquilos y que, una vez libres, no denunciarían por todo el mundo las infamias que cometías contra tus propios compatriotas? ¿Acaso consideraste que asesinando a Víctor Jara su canto nuevo dejaría de crear conciencia social? ¿Que eliminando al Presidente Salvador Allende no se volverían a abrir las anchas alamedas? Quizá en los últimos estertores de tu infame existencia auto centrada pensaste en el perdón. No en el perdón que jamás nació de ti, sino en el que, de tanto en tanto, se nos solicita que te otorguemos. Y a no dudar, ahora que has muerto, ante nuestros ojos se abrirá una gran escena del perdón de muchos de tus compinches, una enorme teatralización del arrepentimiento. Cuanto de ello será auténtico, y no un simulacro calculado, un ritual automático o una caricatura, el país sabrá sopesarlo. Pero los crímenes contra la humanidad son imperdonables, pues abusaste de tu propia humanidad matando lo más sagrado de lo viviente, lo divino en el hombre, asesinando a Dios hecho hombre o al hombre hecho Dios por Dios. No habrá ecología de la memoria alguna, ni escena de redención, reconciliación o esfuerzos de normalización del país que puedan provocar tu salvación o absolución. A pesar de tu propia amnistía ya estas condenado por siempre al castigo mayor al que jamás un ser humano podrá ser sometido tras de ti. Fue tanto el odio que causaste que dividiste al país en dos bandos irreconciliables y que lamentablemente una vez muerto el perro, la rabia no se irá. Descansa general, en donde quiera que te hayan aceptado, pero no sé si lo puedas hacer en paz.
NOTA: El Dr. S. TARRASH es editor asociado a Pilaucoaldia. Todas sus opiniones son de su exclusiva responsabiolidad.
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